Los primeros restos que se conocen, proceden del Paleolítico Medio y consisten en algunos útiles de piedra encontrados en la sierra de San Serván. No obstante, los restos que tienen mayor valor son las pinturas rupestres que hay en la sierra.
Pinturas rupestres:Las primeras noticias sobre estas pinturas son del año 1783, en el que el conde de Floridablanca las dio a conocer. Después de estas primeras noticias, varios prehistoriadores estudiaron estos restos arqueológicos, y se aclaró así su existencia, extensión, causas, interpretación y cronología.
La técnica de estas pinturas es muy uniforme, realizadas con pincel de diferentes tamaños y en colores ocres, ocres-rojizos y rojos, utilizando posiblemente polvo de oligisto, que abunda por los alrededores.
El tamaño de las figuras está entre uno y sesenta centímetros, situadas normalmente en abrigos de fácil acceso.
Los abrigos más interesantes y fáciles de visitar son los de “Las Palomas nº 1 y nº 2”, “ Las Hogueras nº 1 y nº 2” y “ El Pasadizo”, todos están en una radio de unos 500 metros y miran hacia una mina de hierro abandonada situada en la ladera sur occidental de la sierra.
En cuanto a la Edad Media, parece seguro que la civilización visigótica estuvo presente en Arroyo de San Serván, al haber sido encontrada una lápida en el “Turuñuelo” del año 505; así como la edificación de un monasterio visigótico (de Cubillana) alrededor del año 550, que ocupó una gran extensión de terreno y que sufrió numerosas desapariciones y reconstrucciones a lo largo de los siglos, así como una pila de agua bendita que se conserva en la ermita de “La Soledad”
Este monasterio cauliense fue cuna de toda la cultura de la Lusitania en la época visigótica, y de sus aulas salieron funcionarios de administración y letrados, distinguiéndose el abad Renovato, después arzobispo de Mérida.
Se conserva así mismo una tradición que señala que el rey godo D. Rodrigo, se refugió en este monasterio tras su derrota en la batalla de Guadalete, no obstante en “ La Historia de la España Visigoda” y otras publicaciones, se afirma que Rodrigo encontró la muerte en el combate de Guadalete, en el mes de julio de 711.
En el lugar que ocupaba la planta de la basílica se conserva hoy la ermita de Cubillana, en cuyo origen, a finales del s. XIV se mezcla la tradición y la historia. La portada de la ermita, de piedra de granito y de estilo renacentista, es una preciosa joya del siglo XVI; con arco de medio punto y dovelas adornadas con casetones, y labrada en medio relieve una concha de los peregrinos de Santiago.
Hoy solo queda como recuerdo del antiguo esplendor de este lugar una ermita cerrada al culto y a las visitas, ya que está en manos de propietarios particulares.
Reconquistada Mérida y Badajoz por Alfonso IX de León, la comarca arroyana empieza a poblarse de aldeas.
La Orden de Santiago tuvo especial preocupación porque los territorios de la comarca emeritense y los de su zona sur fueran repoblados porque habían quedado devastados por las continuas luchas cristianas y árabes.
Así apareció Perales a orillas de la antigua calzada cartaginesa, cuyo primer edificio fue una ermita bajo la advocación de una pequeña Virgen románica que aún se conserva, y que ha sufrido diferentes transformaciones a lo largo del tiempo.
Así mismo a partir de la Reconquista, se fundó la aldea de Arroyo, a orillas del arroyo Tripero que le dio nombre; todavía se conserva el puente medieval que lo cruzaba. En el lugar donde estaba el monasterio de Cubillana, también se funda una pequeña aldea.
El escaso número de vecinos de estas tres aldeas, llevaron al maestre D. Lorenzo Suárez de Figueroa a ordenar el reagrupamiento de todas en la de Arroyo, en el año 1385, pasando sus términos a integrarse en los de Mérida. Desaparecida la población de Cubillana y al quedar su iglesia convertida en ermita, tuvo tanta protección por parte de los maestres que los visitadores de la Orden de Santiago la llamaron repetidas veces en los libros de la cofradía la más rica de España”.
SIGLO XVI HASTA NUESTROS DÍAS
Concentrada toda la población en Arroyo, gracias al reparto de nuevas tierras y a la existencia de mucha mano de obra, está adquirió un gran auge económico.
Arroyo fue durante el s. XVI una de las aldeas de Mérida más prósperas, por lo que deseaba independizarse de ésta, iniciando en 1592 las gestiones necesarias ante el Rey para conseguirla, extendiendo Felipe III la carta de privilegio el 19 de Julio de 1599 por la que se consideraba a Arroyo como villa independiente, para lo que se debió abonar la cantidad de 11.360.000 maravedíes; pasando a denominarse Arroyo de San Serván de la Sierra. Anteriormente se había llamado Arroyo de Mérida. No consta documentalmente cuándo empezó a denominarse Arroyo de San Serván, pero todo parece indicar que fue a partir del s. XVIII.
En 1729 se concertaron las bodas del heredero de la Corona de España, Fernando VI con la Infanta María Bárbara de Braganza de Portugal, y las de la Infanta de España María Ana Victoria, con el hijo del Rey Juan V de Portugal. Debido a estas nupcias, los Reyes de España Felipe V e Isabel de Farnesio, los príncipes Fernando y María Ana de Victoria, y los infantes de España, Carlos (que llegaría a reinar con el nombre de Carlos III) y Felipe (que Rey del Ducado de Parma y dos Sicílias), se trasladaron a Badajoz, e hicieron noche en la villa de Arroyo de San Serván, debido a que la ciudad de Mérida estaba afectada por una peste maligna.
María Cerrato Rodríguez:La primera mujer veterinaria en nuestro país, estudió en Córdoba y finalizó sus estudios con 28 años el 6 de Junio de 1925, cómo alumna libre, con un brillante expediente académico, hija y nieta de Veterinarios, nacida en 1897, en Arroyo de San Serván (Badajoz) y vecina de Calamonte, obtuvo al mismo tiempo la carrera de Magisterio, Música y Farmacia, su madre era profesora de instrucción primaria. Se colegió para ejercer la profesión en Calamonte (Badajoz) en el año 1926 y se jubiló en 1967. Para matricularse en 1923, en la carrera de Veterinaria en Córdoba tuvo que pedir un permiso especial al Ministerio de Instrucción Pública pues estaba prohibida esta carrera a mujeres. Según algunos testimonios orales, tenía un hermano herrador y al jubilarse su padre, tendría que haber cerrado el establecimiento del herrado, pues necesitaban la tutoría de un veterinario, por este motivo y a sabiendas de que era una muchacha trabajadora e inteligente, su padre la matriculó en veterinaria para que al finalizar, pudiera tutelar el herradero de su hermano, ya que económicamente era una buena fuente de ingresos familiares. María ejercía en el mismo pueblo como maestra nacional y en los trabajos de veterinaria era ayudada enormemente por su hermano herrador.
La noticia de la primera mujer veterinaria apareció en el verano de 1925 en una de las revistas de mayor interés de la época: El Boletín de Veterinaria, cn una foto de María Cerrato y palabras de alabanza hacia nuestra primera licenciada.